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En primera línea

¡Ya esta aquí la Navidad! Engendremos Vida y comuniquémosla


21 diciembre 2018

Todo lo relacionado con el nacimiento de Jesús en la sociedad actual es un acontecimiento insignificante tantas luces de artificio y tanta oferta de la sociedad secularizada que celebra la Navidad sin nacimiento salvador. Toda una paradoja, cuanto más necesitamos al Dios con nosotros mas ausencia descubrimos en nuestros “felices días de Navidad”.

1. ¿Dónde buscamos a Jesús?.

Buscar a Jesús entre tantas señales de grandeza, de poder y de apariencia es caer en la desgracia de no poder reconocerlo. Lo de Jesús pasa desapercibido ente lo cotidiano y lo ordinario, su nacimiento nace en le seno de una familia pobre, sencilla y oculta. Ho y solo se valora lo que está en el escaparate y en los medios de comunicación y el que no pasa por ahí es como si no existiera.
Para encontrarse con el recién nacido es preciso saber reconocerlo allí donde lo podemos encontrar: en la historia corriente y oculta, en lo más anónimo y vulgar, en lo más humanamente cotidiano.
Se necesita no tener miedo y estar abiertos porque nos a sorprender en la pesebrera de los márgenes, en el seno de una historia personal y colectiva de Dios, en las periferias de un establo rodeado de pastores.

2. Entre los pequeños pone su tienda

Como la gallina hace su nido y recoge a sus polluelos, al Enmanuel le preparan su nacimiento entre unos animales que dan calor y “reciben en su casa”, acompañados por al presencia maternal de María y de José y rodeado de la obra creadora de Dios en los días primeros de la creación. ¡Estemos muy atentos!. El ambiente de estos días nos distrae con las emociones fuertes y espectaculares que nos pueden llevar al lugar donde nos encontramos con el Señor porque no es ahí donde pone su tienda.
Dios no es necesario que aparezca en nuestros móviles sino en nuestra vida, en nuestras comunidades y familias, en nuestros barrios y vecinos, en los centro de atención a transeúntes, emigrantes y refugiados. Lo que nace en el silencio es don de Dios mismo, que acontece como obra del Espíritu en el mundo complejo que nos toca vivir.

3. Engendremos vida y alegría.

Ya está aquí la Navidad para que engendremos una vida abundante como la suya; vivir y calentarnos con el pan “fresco” y caliente de cada día que nos fortalece y alimenta. Nace para que seamos germen de vida en el interior del mundo tantas veces frio, en el cauce de la historia personal y comunitaria, en lo frágil de nuestra vida hecha de barro y no siempre del bueno.
Cada uno de nosotros en la Navidad podemos iniciar un itinerario nuevo para ser engendradores de vida y contagiadores de la Alegría del Evangelio con todos los ciudadanos con los que convivimos. Se trata de vivir al modo de Dios, gestando vida y revitalizando la alegría propia del que se sabe visitado por el Sol que viene de lo alto.

Cada uno nos atrevemos a vivir así nos convertimos en medio del mundo en el Dios-con-nosotros. El hombre viejo se convierte en Nueva criatura, se hace niño, se hace proceso y camino y El se manifiesta como Dios con nosotros. Nosotros a su vez somos engendrados por el Espíritu para cantar la Alegría de los pastores.

4. Lo que recibimos no es nuestro sino de EL.

Esta vida de Dios no es nuestra, sino de El. No la engendramos por nuestros méritos sino por la gracia de Dios y esto nos lanza a gritar de júbilo, a bailar y alabar, bendecir y loar a nuestro Dios al modo de Francisco de Asis que representa gráficamente en los Belenes de Grecco al Dios encarnado en un pesebre, es decir representa la humanidad de nuestro Dios en la representación de la Encarnación. Que esta Navidad Cristo nazca en nuestros corazones y, como San Francisco de Asís, le demos un lugar preponderante en nuestras vidas para proclamar con fervor: ¡Oh alto y glorioso Dios! Ilumina las tinieblas de mi corazón. Dame la recta esperanza y caridad perfecta; sentido y conocimiento, Señor, para que siga tu santo y veraz mandamiento
Si nos dejamos llevar por el Espíritu de Dios somos presencia suya a favor de los demás, somos enviados a comunicar a los cristianos y a los hombres de buena voluntad la novedad de la figura de Dios inagotable y benefactor de la humanidad, siempre estamos naciendo, siempre andamos comenzando, siempre hay más que descubrir, siempre yendo de la bueno a lo mejor, de cima en cima, de horizontes abiertos…

5. Todo nacimiento es signo de gozo y alegría familiar y comunitaria.

Todo nacimiento nunca aburre porque todo el que nace lo hace sin normas ni conceptos aprendidos. A un niño no se le teme, se la besa y acaricia, se la abrazo y acoge. Para lo que ya conocemos algo del Enmanuel tenemos la oportunidad de enriquecernos mucho mas con su presencia siempre nueva y original, desde la transparencia interior nos podemos dejar sorprender una vez más por El. Deberíamos repetirlo cada día, la novedad de la figura del Señor es inagotable; siempre podemos descubrir un más allá en la experiencia el camino que se nos abre desde El.

6. Nos toca celebrar y comunicar la Espesura de la Navidad.

No podemos dejar de hablar de Él, tener una relación personal y comunitaria con El, sentir y vivir desde su presencia salvadora, expresar el gozo de encontrarlo vivo en los Evangelios, en la liturgia de cada día, en el amor a los pequeños y a los últimos, en el servicio desinteresado, siempre y en todo lugar, situación y personas que nos necesitan, especialmente a los “sin papeles” porque tampoco él los tenia.
¡Ya está aquí la Navidad! Ya ha caído la semilla en nuestro seno; su desarrollo y fructificación depende de nosotros. Vamos a caer en la cuenta de lo que llevamos dentro, a percibir y acoger su mensaje, a ser dóciles y “llevarlo a la vida, a la casa, a la familia, a los amigos”; vamos a acogerlo, a hacerlo nuestro, entrañarlo y compartirlo. Dancemos como hermanos y hermanas. Que brille en nuestras vidas la libertad y la Paz.

¡Feliz nacimiento, FELIZ NAVIDAD!

Severino Calderón Martínez, ofm

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